“Si nuestro Presidente hubiera estado en ese tiempo, no hubiera perdido a mi hijo”, dice una habitante de San Bartolo, Ilopango.
Su hijo, de 28 años y vigilante, fue asesinado en 2014 por estructuras criminales. Hoy, afirma que El Salvador es un país diferente, donde se vive con paz y seguridad.
El testimonio refleja el dolor de muchas familias salvadoreñas que perdieron seres queridos, y también la esperanza que hoy sienten ante un país que ha cambiado.