Así lo dice un motorista salvadoreño que antes vivía cada jornada bajo amenaza de pandillas y extorsiones.
Durante años, él y sus compañeros manejaban con el corazón en la mano, sin saber si regresarían a casa.
Hoy, eso cambió.
Ahora conducen con tranquilidad, sin pagar "renta", sin mirar atrás cada minuto.
El miedo ya no va al volante.
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