En Lourdes Colón, Anderson Castro, de 18 años, combina el trabajo duro con sus estudios. Mientras cursa el bachillerato, se encarga de la tortillería familiar para apoyar a su madre, quien enfrentó problemas de salud. Primero aprendió a hacer pupusas y luego a echar tortillas. Hoy puede producir hasta 10 mil tortillas en un solo día, con pedidos de 500 unidades por hora, ganando alrededor de $1 cada 5 minutos. “Sin él, hace tiempo hubiera cerrado el negocio”, afirma su madre, orgullosa. Anderson sueña con aprender inglés y concluir su bachillerato para abrirse camino hacia un mejor futuro.
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